I

Y ASÍ VOY, con los ojos en las manos,
diseminándome por tu pintura,
en que el color es puro, sin blancura,
desnudos primaveras y veranos.
Hay un hondo sentirse, y entre hermanos
me encuentro en tu paleta con la holgura
que se da en la belleza cuando es pura:
la mano se abre para soltar los granos.
Muy poesía traigo de tu obra:
en ella nada falta y nada sobra.
Se cumple un ideal: la poesía.
Me retiro envidiándote. Quisiera
decirte un algo más; tal vez sería
desbaratar en mí tu primavera.

II

Pero algo más debo decir a punto:
pintando poesía ¿es más de veras?
Qué gas tan impalpable el que encendieras,
-violeta y amarillo – en el asunto
¿Por qué me quedo un poco cejijunto
pensando en las palabras? Como quieras.
Si yo anduviera por donde tú anduvieras,
¿se   podría ejercer el contrapunto?
Tanto me inquieta lo que de tu mano
vuela a mis ojos, lo solfeo al piano
de   la pradera con dedos de brisa,
que   melódicamente vi el follaje, 
y como todo lo que se improvisa,
fui un elemento más en el paisaje.

Poeta Carlos Pellicer

Lomas de Chapultepec, 26 de enero de 1976