La relación estética entre Héctor Cruz y el Poeta Carlos Pellicer vista por la Crítica de Arte Raquel Tibol

La relación estética entre Héctor Cruz y Carlos Pellicer produjo un fenómeno de ida y vuelta tan infrecuente como fecundo. Para una exposición que el pintor presentó en julio de 1971 en la Galería Misrachi, el poeta escribió una presentación breve pero intensamente admirativa.

Como escribió la Crítica de Arte Raquel Tibol Héctor Cruz (…) “ Ha pintado murales, ha realizado esculturas, y en el caballete ha transitado desde el realismo característico de la Escuela Mexicana al expresionismo y el simbolismo, para entrar después intensamente al cultivo del paisaje. Dentro de este género ha evolucionado desde la aprehensión naturalista hasta ciertas sutileza poéticas propias de una intelección postimpresionista.

La relación estética entre Héctor Cruz y Carlos Pellicer produjo un fenómeno de ida y vuelta tan infrecuente como fecundo. Para una exposición que el pintor presentó en julio de 1971 en la Galería Misrachi, el poeta escribió una presentación breve pero intensamente admirativa. “En la mayor parte de estos cuadros-decía- la esencia del paisaje es lo que queda. Es la meditación sobre el paisaje; el pintor ha ojeado lentamente lo que vio. Una poesía lenta y profunda, hablando más hacia adentro que hacia fuera. La luz se inclina para crear nuevos colores. De pronto el relámpago llena el cuadro o el rojo puntea y quema. Miradas nuevas, nuevos colores. ¿Qué antiguo sentimiento se hace tan nuevo ahora?.Pintura lujosa en el sueño. Raramente naturaliza, no es narrativo, y cuando lo hace, la realidad habla claramente, pero en voz baja. Héctor Cruz, un maestro nuevo del paisaje.” Continúa Raquel Tibol “El pintor sintió que la emoción, que la percepción de Carlos Pellicer, rebasaba cuanto él había logrado hasta 1971. Entonces decidió ir mas allá, mirar con mas lentitud para ver mas hacia adentro la naturaleza. Ocurrió que sus colores se limpiaron y se renovaron para volverse nuevos. Rojos, verdes amarillos, morados y hasta los ocres y grises de etapas anteriores cobraron vida, comenzaron a transcurrir sobre las telas con la luz, aire y ese ritmo de cuanto conoce el tiempo, las estaciones, ciclos de nacimiento y muerte. Si el poeta motivó una renovación óptica y visual, Héctor Cruz, en rasgo de gran honestidad, de afecto amistoso, de admiración por quien era capaz de avizorar, le dedicó la exposición puesta en febrero de 1976 en la Sala Internacional del Palacio de Bellas Artes. Las palabras de Pellicer corrían por los muros Su caligrafía magra, copiada por los letristas especializados, formaba una delgada serpentina que contrastaba con el esplendor de aquellos cuadros construidos de sutilezas, minucias sensibilidad.” (….)

… “La identificación entre lo producido y el espíritu del observador puede a veces alcanzar la intensidad que conoció y expresó Carlos Pellicer”.

El pintor sintió que la emoción, que la percepción de Carlos Pellicer, rebasaba cuanto él había logrado hasta 1971. Entonces decidió ir más allá; esencializar más, meditar más, mirar con más lentitud para ver más hacia adentro la naturaleza. Ocurrió que sus colores se limpiaron y se renovaron hasta volverse nuevos. Rojos, verdes, amarillos, morados y hasta los ocres y grises de etapas anteriores cobraron vida, comenzaron a transcurrir sobre las telas con luz, aire y ese ritmo de cuanto conoce el tiempo, las estaciones, ciclos de nacimiento y muerte.

Raquel Tibol